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sábado, 27 de julio de 2013

Costanilla de Santiago 1


















Fecha fin de obras: 1935.
Autor desconocido.

viernes, 19 de julio de 2013

jueves, 11 de julio de 2013

Edificio Carrión

Arquitectos: Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced, 1931-1934.
Gran Vía, 41.

El Edificio Carrión, o Capitol, considerado obra maestra del racionalismo de curvas mendelsohnianas, también puede verse como ejemplo supremo de arquitectura aerodinámica, buque insignia de este estilo en Madrid, dado su poderoso perfil de proa que avanza en el paisaje urbano.
En cualquier caso, se trata de un hito de nuestra vanguardia arquitectónica. 


El proyecto se encargó mediante concurso restringido en el que participaron, además de los que serían sus autores finales, arquitectos como Gutiérrez Soto, Ignacio Cárdenas o Pedro Muguruza. Posteriormente el promotor del concurso, Don Enrique Carrión y Vecín, lo anuló y lo encargó directamente a Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced, que habían sido compañeros de carrera.
Las obras, iniciadas el 11 de abril de 1931, tres días antes de la proclamación de la II República, finalizaron el 15 de octubre de 1933. 
Un año después, el edificio obtendría la segunda medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes, quedando la primera desierta.


Seña de modernidad en el Madrid republicano, fue concebido como un proyecto ambicioso que pretendía acoger en su interior las más diversas funciones. 
El edificio, de 16 plantas (con sótanos y torre) y 54 metros de altura, incluía hotel, apartamentos de alquiler ya amueblados (toda una novedad en la ciudad), oficinas, cine, cafetería y sala de fiestas. 
En su construcción se empleó una variedad de materiales de la mejor calidad: granito pulimentado para el chaflán, arenisca en las fachadas laterales, caliza de Colmenar para las molduras y detalles, pórfido en el basamento y mármoles travertinos en los interiores.

Se introdujeron además soluciones innovadoras como telas ignífugas, las vigas Vierendeel de hormigón armado que salvaban el atrevido problema estructural de la sala de cine o su sistema de refrigeración centralizado, el primero de su clase en Madrid y que ocupaba una planta entera. 

El edificio que sirvió de inspiración a Feduchi para el proyecto del Capitol fue la Mossehaus en Berlín, de Erich Mendelsohn y Richard Neutra, severamente dañada durante la Segunda Guerra Mundial y restaurada décadas más tarde, en los 1990. El interior del Capitol, sin embargo, es hijo de las ideas e imágenes provenientes de la Exposición de Artes Decorativas de París de 1925, punto de partida del denominado Art Decó.
Por tanto, aunque la definición estilística de su exterior sea discutible, su interior, en cambio, era absoluta y genuinamente decó: de su diseño integral también se encargaron los arquitectos, hasta el último detalle, dibujando muebles, cortinas, alfombras e incluso parte de la cubertería del hotel, lo que les valió un premio del Ayuntamiento de Madrid en 1933. 
Mobiliario y accesorios, por desgracia, desaparecidos hace tiempo en sucesivas y torpes reformas.
Queda el edificio en sí como soberbio legado de la mejor arquitectura de los años 30, convertido actualmente en uno de los chaflanes más representativos de la ciudad, referente urbano e icono de la Gran Vía.

jueves, 4 de julio de 2013

El estilo aerodinámico


‘La arquitectura ha de ser moderna, como un avión en el que no sobra ni falta ningún elemento’ 

Casto Fernández Shaw

El estilo aerodinámico, Streamline Moderne en inglés o también Moderne Style, es la arquitectura inspirada en barcos y aviones típica del segundo periodo del Art Decó, ya en la década de 1930.
En esa década la arquitectura pasa a ser futurista y, mediante sus formas y motivos, ensalza la máquina y la velocidad, sobre todo la de locomotoras, transatlánticos, automóviles o aviones. 

El nuevo estilo arquitectónico, salpicado de elementos náuticos, enfatizaba las formas curvas, las superficies desnudas y la horizontalidad.

La arquitectura aerodinámica tuvo un ejemplo temprano en la construcción de los hangares para dirigibles de Orly por Freyssinet (1925). Pero es el Edificio Chrysler de Nueva York el que se considera hito de transición entre la primera fase del Art Decó –Zigzag Moderne- y la segunda, conocida como Streamline Moderne o Moderne Style. 
Es decir, el moderno estilo aerodinámico.


Para los detalles del rascacielos -construido entre 1929 y 1931-, el arquitecto William Van Alen se inspiró en el modelo Chrysler Plymouth de 1929. 
Empezando por arriba, la aguja (de 37 metros) está cubierta de acero inoxidable para darle el lustre de un coche recién salido de fábrica. Justo debajo de ella, el característico remate en curvas que evoca la rejilla del radiador de un coche, decorado con tapacubos arquitectónicos y estilizados. Las cuatro gárgolas aladas de acero recuerdan los ornamentos del capó del Plymouth.

El diseño del Chrysler Building causó furor: a finales de los años 30, todo lucía ya un diseño aerodinámico, desde las teteras a los automóviles, de las tostadoras a los encendedores.


En una época de exaltación tecnológica, la estética de la máquina –aeroplanos, automóviles y trasatlánticos- constituye una fuente de inspiración, como ya apuntaba Le Corbusier en su libro ‘Hacia una nueva arquitectura’. 

Pero junto a la fascinación por el progreso y la máquina, hubo otros factores que contribuyeron a crear la arquitectura aerodinámica: el futurismo italiano y el expresionismo alemán, sobre todo la figura de Erich Mendelsohn y su Mosse Haus en Berlín, una influencia capital.


Hubo en nuestro país arquitectos pioneros como Casto Fernández-Shaw, que ya empleaba el término ‘arquitectura dinámica’ en la España de los años 20. 
En 1927 firmaría ese emblema de la modernidad española que fue la gasolinera de la calle Alberto Aguilera de Madrid. Sus formas no son gratuitas: el propio arquitecto se consideraba a sí mismo investigador y teórico de la corriente "aerodinámica" o "arquitectura aérea". 

Su exploración llegaría al límite dos años después, en 1929, cuando se presenta al concurso del aeropuerto de Barajas, que diseña con forma de aeroplano junto al ingeniero Rogelio Sol (imagen inferior).


Al igual que el visionario Fernández-Shaw, la arquitectura aerodinámica da la espalda a la historia y basa su inspiración en una iconografía maquinista que evoca imágenes de dinamismo, ligereza y funcionalidad.
Las construcciones más audaces de la época recrean una potente simbología aerodinámica. Edificios, balcones y torres se curvan, se doblan y fluyen por puro placer.

Atrás queda la arquitectura anterior, estática y pesada: la arquitectura moderna, fluida y a la vez enérgica, era la arquitectura del movimiento, la que reflejaba el estilo de la agitada vida moderna.


Y son los edificios más relacionados con ella los primeros en asumir estas nuevas líneas arquitectónicas: gasolineras, aeropuertos, estaciones de autobús, clubes náuticos, cines, piscinas o salas de fiesta, para ir transformando otras tipologías como fábricas y mercados.

En el caso de España, la arquitectura aerodinámica prende con fuerza en gran número de cines así como en muchos mercados municipales que se construyen entonces: el de Olavide en Madrid (desaparecido), el de Abastos de Algeciras (1935, de Eduardo Torroja) o el de San Agustín en La Coruña, de Santiago Rey Pedreira (1932).


No obstante, el estilo aerodinámico tuvo mayor arraigo en el continente americano, concretamente en Estados Unidos, donde se consagró como el estilo que devolvería al país su liderazgo y su optimismo tras el colapso económico del 29.

A su extraordinaria difusión contribuyó decididamente el cine, de modo que la arquitectura aerodinámica se internacionaliza en los años 30 y es asimilada por el Art Decó como nueva versión de lo moderno. 

No olvidemos que eso, resultar rabiosamente moderno, era la máxima aspiración del estilo.
Como también es indiscutible que, junto con el racionalismo más puro, el Art Decó aerodinámico formó parte en la España de los años 20 y 30 de la vanguardia arquitectónica.