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miércoles, 27 de noviembre de 2013

La Unión y el Fénix


















En la calle Alcalá, 23 con Virgen de Peligros, 2.
Autor: Modesto López Otero. Colaborador: Miguel de los Santos.
Fechas: 1928 - 1931.

Se trata de un edificio rectangular con una larga medianería, estructura de hormigón armado y fachadas revestidas de piedra blanca. Con 53 metros de altura, consta de 12 plantas en su parte central más elevada, la característica torre escalonada que lo hace muy reconocible como hito urbano.

Ocupado actualmente por un hotel, fue concebido para albergar una clínica de la compañía de seguros La Unión y el Fénix Español.
La compañía impuso a López Otero una serie de condiciones para la realización del proyecto, entre ellas que el edificio, ante todo, debía concebirse como anuncio perpetuo de la prosperidad de la compañía, con la exigencia de que los materiales serían, si no de lujo, sí de permanencia, con fachadas de piedra y rematando el edificio con el ave Fénix, símbolo de la compañía (de su ejecución se encargaría el escultor valenciano Vicente Camps Brú).
La entidad propietaria especificaba también que 'no acepta la moderna arquitectura' e imponía dos condiciones: que su estilo debía armonizar con la iglesia contigua y que, además, 'no se ocultará desde ningún punto de vista la cúpula de las Calatravas'.

De acuerdo con estas cláusulas, Modesto López Otero y su colaborador en este proyecto Miguel de los Santos, plantean un cuerpo bajo que no sobrepasa el volumen de la iglesia y otro elevado que si bien se inspira en los rascacielos norteamericanos, pretendía evocar la silueta de un campanile. La torre se sitúa retranqueada para no tapar las perspectivas de la cúpula vecina desde las calles de Sevilla o de Alcalá.
El estilo historicista que se eligió, siguiendo las instrucciones de la compañía de no desentonar con la fachada diseñada por Juan de Madrazo en el siglo XIX para el templo contiguo, se basó en motivos del Renacimiento italiano, en concreto del milanés, repitiendo por ejemplo en las fachadas y en la torre los frontones triangulares de la iglesia.

Un elemento que se añadió posteriormente -no incluido en el proyecto inicial- fue el pabellón acristalado de la primera terraza, de líneas vanguardistas, diseñado por Fernando García Mercadal para acoger un restaurante

En un tiempo en que los rascacielos se alzaban por todo Estados Unidos como pujantes símbolos de progreso, el edificio de López Otero se inspira decididamente en las construcciones norteamericanas de la época. Lo hace, eso sí, adaptándolo a la mucho más modesta escala madrileña. El resultado es el de un rascacielos en miniatura. O, para ser más precisos, un rascacielos a pequeña escala, pero que solo con pasarlo a otra mayor resultaría imponente y digno de figurar entre los de isla de Manhattan o en el downtown Angelino.
Es un rascacielos de juguete, pero que sin duda tiene presencia urbana -pese a sus limitaciones de tamaño- y bastante encanto, situado además en una posición privilegiada como es la esquina de Alcalá con Virgen de Peligros y dando continuidad al skyline que forma junto al edificio Vitalicio y la iglesia de las Calatravas.

Un mini-rascacielos que, pese a su envoltura historicista impuesta, es un producto de su tiempo y, por tanto, absolutamente Art Decó. Porque si Modesto López Otero, su autor, hubiera construido rascacielos de verdad, sus resultados no estarían tan lejos de los norteamericanos; a fin de cuentas qué más daba que la decoración fuera barroca, italiana del Renacimiento, gótica o azteca: lo importante era erigir los nuevos hitos urbanos.

Así lo entendieron muchos arquitectos decó americanos, que abordaban sin prejuicios el diseño de rascacielos en lo que se ha venido a denominar ‘Arquitectura Paramount’.
No obstante, de este lenguaje ecléctico se iría llegando gradualmente a formas rígidas y elementales. La ornamentación historicista de los rascacielos acabará cediendo el paso, con los años, a un Modernismo pleno.

viernes, 15 de noviembre de 2013

sábado, 9 de noviembre de 2013