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sábado, 14 de febrero de 2015

Una naturaleza estilizada






El Art Decó contempla la naturaleza de forma idealizada. Y en consecuencia, la estiliza, huyendo de la representación farragosa del Art Nouveau y también, como inevitable secuela, del más estricto realismo. 
La naturaleza, las plantas, las flores, los animales, los astros, todo se segmenta en planos y geometriza bajo la influencia de vanguardias como el cubismo y la inspiración de culturas milenarias como la egipcia o las precolombinas, 

Partiendo de estas premisas, el art decó recrea todo tipo de paisaje, del más exótico al más cercano, como es el caso entre nosotros del paisaje castellano.


Flores, árboles, frondas, fuentes, pájaros, nubes y amaneceres se resuelven mediante rectas y curvas rígidas con sentido puramente geométrico y muchas veces simétrico, en un estilo enamorado de la simetría.
Los animales, en la era de las máquinas, cobran un nuevo simbolismo: pájaros, galgos y gacelas son escogidos como representación de la velocidad; también por su ligereza y elegancia de movimientos, en línea con el espíritu del estilo. Pero además, en esa búsqueda constante del exotismo más remoto, aparecen elefantes, panteras, osos, garzas y, entre la flora, palmeras o cactus.





El cactus se convierte en uno de los motivos naturalistas más frecuentes del Art Decó, que lo reproduce en metales o en piedra y que además lo añade al natural como parte de la decoración.